
En un contexto donde la tecnología se expande rápidamente en todos los ámbitos, la Ciudad de Buenos Aires apuesta por un enfoque educativo en el que la innovación no se confunde con improvisación. La incorporación de nuevas herramientas en las aulas forma parte de una política pública que busca mejorar el aprendizaje a partir de decisiones fundamentadas y experiencias concretas.
En ese marco, autoridades educativas visitaron el Laboratorio de Innovación para el Aprendizaje, ubicado dentro del Hub de Innovación del Ministerio de Educación porteño. Este espacio funciona como un entorno de testeo y validación, donde docentes y estudiantes experimentan con plataformas digitales, kits de robótica, apps educativas y nuevas metodologías didácticas.
Durante la jornada, alumnos de 4° grado de la Escuela N.° 19 D.E. 5 participaron en actividades que combinan codificación, matemáticas y desafíos robóticos, en articulación con el enfoque STEAM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería, Arte y Matemática) y con la colaboración de la empresa Matic.
A diferencia de otros modelos, aquí la tecnología no se introduce como un accesorio, sino como una herramienta pedagógica pensada desde y para la escuela. Cada recurso que se evalúa pasa por un proceso de análisis: su adaptación a la currícula, su accesibilidad, la respuesta del grupo y su posibilidad de escalabilidad. Los docentes no son espectadores pasivos; participan activamente, brindan devoluciones y marcan necesidades.
Esta política se complementa con programas como el Plan Sarmiento, que ya distribuyó más de 47 mil dispositivos y 1.500 kits de ciencia y robótica, y con iniciativas como BA Aprende, que apuntan a fortalecer la formación docente y la innovación en el aula.
“El Estado tiene la responsabilidad de evitar la improvisación. No se trata de llevar lo novedoso porque sí, sino de asegurarse de que cada herramienta que llegue a la escuela tenga un propósito claro y mejore la enseñanza”, destacaron desde el Ministerio.
Lejos de reemplazar al rol docente, el enfoque que impulsa la Ciudad reafirma su centralidad: la tecnología es un medio, no un fin. Y cuando se utiliza con criterio, puede potenciar la enseñanza y lograr que cada estudiante aprenda mejor.